20110314

Androide 010: Capítulo uno

Publicadas por Syrus Zuviel a la/s 12:42 a.m.
La pieza que faltaba.



Escuchaba los gritos a lo lejos, ¿Será por que ya había pasado el peligro?, ¿O tal vez empezaba a perder la conciencia?… No… la adrenalina que corría por su cuerpo le aseguraba que estaba absolutamente conciente, el corazón roto le recordaba lo sucedido y lo mantenía bien despierto. Corría a través de calles y pasadizos, tratando de perder a los policías que lo perseguían con esmero. Entró a un callejón muy pequeño, sudando y jadeando por la persecución y el dolor que le quemaba en la pierna, producto de una bala certera dada por su amigo.




Si, su amigo.



¿O su examigo debía decir? Tal vez. 




Su perseguidor y él habían sido grandes amigos cuando eran niños; siempre de acá para allá, corriendo, saltando, sonriendo… simplemente siendo felices y disfrutando del otro. Creyeron que eso sería para siempre, pero su realidad estaba lejos de eso. Tal vez nunca sepan como, seguramente el destino simplemente les quiso jugar una broma de muy mal gusto, pero así eran las cosas ahora. 




Se escondió entremedio de un montón de basura, examinando la herida de su pierna, y agudizando su audición por cualquier señal de peligro.




- Diablos…- bufó cuando la vio. Esa herida no pintaba para nada bien y seguramente ya no podría seguir avanzando más. Maldijo diez mil veces su suerte y trató de ponerse de pie nuevamente. Pero su sorpresa fue enorme al escuchar un grito demasiado cerca de él. La adrenalina que hace un rato le había abandonado, nuevamente tomó el control de su cuerpo, y sin importarle pierna, herida o dolor, corrió con toda sus fuerzas para dejar atrás a los que le seguían. Y tal como sospechó, pronto su pierna comenzó a fallarle justo cuando más la necesitaba.




- ¡Kim JaeJoong!- escucho atrás de él, pero no era tan idiota para voltear siquiera. Era él, lo sabía – JaeJoong, ¡Detente ahora mismo! Solo agravas tus faltas- no, no… no escuchó ni escucharía. El no entendía, no tenía idea lo que era pasar hambre y frío en las calles, no sabía lo que era tener que robar para comer. No. No sabía nada. 




Dobló en una esquina, encontrándose con un largo callejón de edificios muy grandes, lleno de partes donde esconderse. Se metió entremedio de unas escaleras que daban quizás donde. Aunque era un chico de la calle, jamás había estado en ese lugar, a si que comenzó a andar más despacio, observándolo todo con los ojos muy abiertos. Pasó por un pasillo muy bajo y oscuro, pero del que se podía apreciar un tenue destello al fondo… tenía salida. Sin pensarlo dos veces, entro por ahí encorvando la espalda, apurando sus pasos por miedo a que lo descubrieran. El pasillo era muy largo y comenzaba a desesperarse y caminar más rápido aún. Al salir, una luz destellante le cegó por unos segundos, se cubrió los ojos con el brazo, tratando de protegerse de la luz, hasta que se acostumbró a ella. 




- Pero que…- lo que vio allí, lo dejó anonadado. Era un terreno enorme, con paredes exageradamente altas, viejas y sin ninguna ventana. En medio de la extensión, podía apreciarse el techo y la ventana circular de una vieja casa. Al verla, a JaeJoong le pareció como si hubiesen enterrado una casa entera hasta dejar a la vista solamente eso. 




Dos cristales de la ventana estaban rotos, dejando el espacio suficiente para poder entrar pero, ¿Era necesario? Miró a través del pasadizo por el que había llegado. No habían más formas de llegar ahí, no podían verle y estaba seguro que nadie lo había visto entrar. Miró de nuevo hacia la casa con un poco de duda reflejada en su rostro. Comprobó la hora en su reloj de pulsera, las 3 de la mañana. A esa hora, ni soñar con volver a casa, lo mejor sería quedarse en ese lugar hasta que el peligro pasara.




Caminó sigiloso por entre los matorrales silvestres, acercándose poco a poco a la enorme ventana circular. Trató de mirar a través de ella, pero no vio más que unos cuantos mesones llenos de polvo. Tal y como lo había sospechado, era una especie de casa subterránea, pues el pisó estaba a unos 3 metros de la parte mas baja de la ventana. Se asomó un poco más hacia el interior de la residencia, cuando de pronto, sus pies resbalaron de la orilla y llegó en caída libre hasta una mesa. Esta, producto del impacto, se volteó, mandando al rubio al suelo entremedio de un montón de polvadera.




Tosió repetidas veces mientras se maldecía por ser tan torpe y maldecía la suerte de su flagelada pierna. Apretó la herida tratando de que el dolor pasara, pero no había caso. Con dificultad, trató de sentarse en el suelo, con los ojos vidriosos por el profundo dolor que sentía ya en todo el cuerpo. Pasó su mirada por todo el lugar: definitivamente, nadie había estado ahí por, al menos, unos 10 años; todas las superficies estaban blancas de tanto polvo y las esquinas estaban colmadas de telarañas.




Sin duda hubiese sido mejor quedarse afuera, pero ahora ya no tenía forma de salir y menos en el estado en que se encontraba su pierna. Bajó la vista hasta la altura del suelo sobre el que estaba sentado, revisando que no hubiera ningún insecto o arácnido cerca de él, pero lo que encontró fue mucho peor.




Era un esqueleto. Un esqueleto tirado en el suelo. Su sangre se heló por completo y unos escalofríos enormes le recorrieron la espalda. “No puede ser verdad” pensó, pero lo era. Al parecer, una persona había vivido, muerto y descompuesto en esa habitación sin que nadie reparara en su existencia. Inmediatamente cayó en la conclusión que era un castigo… si, un castigo divino por llevar una vida tan poco honrada. Tragó saliva con dificultad sin despegar sus ojos del cadáver esquelético ubicado a unos cuantos metros de distancia y lentamente se acercó a él, tratando de apreciar mejor la escena. 




Por lo que se apreciaba, aquella persona había muerto por un ataque o algo así. Aun traía la ropa puesta, no habían rastros de sangre y entre sus manos tomaba una pequeña bandeja de metal. Un poco mas adelante, había un pequeño bulto de no más de 10 cm. cubierto de polvo y telarañas. Arrastrándose por el piso, logró llegar hasta ese bulto, tomándolo y limpiándolo para apreciarlo mejor. Era un frasco con una inscripción que decía “Female” a lo largo de él y un líquido rojo en su interior. JaeJoong levantó el frasco para ponerlo a contraluz y lo ladeaba una y otra vez, viendo fascinado como el líquido algo espeso en su interior se movía. Volteó su cabeza hacia el esqueleto nuevamente y dejo escapar un largo suspiro




- ¿Qué te habrá pasado?- le dijo al esqueleto. Justo en ese momento, otra cosa llamó su atención, algo muy importante en lo que no había reparado en todo el tiempo que llevaba ahí, que le hizo inhalar con fuerza y asustado. La figura de una persona, completamente empolvada, sentada rígidamente en un enorme sitial. Fue tanta su impresión, que abrió la boca sin dejar escapar ningún sonido, conteniendo la respiración. Tenía miedo, si; pero sin duda, la curiosidad de Kim JaeJoong siempre fue más grande. 




Con apoyo de un enorme mesón de metal, se puso de pie con el frasco en la mano y dando saltos con su pierna sana, logró acercarse a lo que increíblemente parecía una persona. Se inclino hasta el para apreciar mejor su rostro




- ¿Un maniquí?- se preguntó a si mismo, al ver la tez de más cerca, pero inmediatamente descartó la idea al tocarlo. Era piel, como la suya, suave y tibia. – Eres muy valiente Joongie- se felicitó a si mismo. Siguió revisando el cuerpo delante de él, encontrándose con un frasco igual al que tenía él en la mano, solo que en el interior había un líquido azul y la inscripción “Male”. Dejó de asistir a los 9 años a la escuela, por lo que no había forma que supiera el significado de esas palabras. Miró alternadamente los frascos y luego los intercambió de lugar. – El rojo es más bonito- dijo con una sonrisa pícara en sus labios. Junto al frasco ahora intercambiado, una pequeña luz verde se dejaba ver tenue entremedio del polvo. JaeJoong se dejó hipnotizar unos segundos por su brillantez para luego, con toda la curiosidad a flor de piel, tocarlo para ver que pasaba.




Apenas lo hizo, el ser abrió sus ojos destellantes de luz verde haciendo al rubio caer sentado al suelo del susto. Trataba de alejarse, pero la nula movilidad de su pierna se lo impedía. El sujeto se levanto lenta y rígidamente del sitial, como si de un robot se tratara, y desde su interior podía oírse la voz robótica de una mujer que decía:




“Proceso finalizado con éxito. 

Modelo: cero uno cero. 

Nombre: Shim ChangMin. 
Género…”




JaeJoong miraba con ojos desorbitados al gigante que había levantado mientras veía como todo el líquido del frasco se vaciaba.




“… Femenino”




Al instante, el rubio miró el frasco de su mano. Male. Female. “Oh, oh”




“Por favor, inserte su nombre y género para terminar el registro”




El rubio dudó por unos instantes si debía responder a ello, pero finalmente lo hizo.




- Kim JaeJoong. Género masculino- 




Como si de un pájaro se tratara, el sujeto giró la cabeza violentamente hacia donde provenía la voz, escaneando y memorizando su nombre, género, apariencia y registro vocal. 




“Agente registrado con éxito. Funciones activadas”




El pequeño frasco cayó de su brazo y el espacio expuesto de su piel se selló completamente; sus ojos verdes destellantes poco a poco se fueron opacando hasta quedar oscuros y profundos. El sujeto miró con detenimiento a JaeJoong sin ninguna expresión en la cara y bruscamente le ofreció la mano para ayudarlo a levantarse. 



- ¿Se encuentra bien amo?-



Tal vez ves era un sueño, o no se había lavado bien la orejas esa mañana o simplemente ya se había vuelvo totalmente loco. ¿Amo había escuchado? Ese robot alto y bien parecido, ¿Era ahora de su propiedad?

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